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En algunos países, si no te encuentras integrado en alguno de estos círculos de poder, ya sean determinadas escuelas de negocios, juramentados, presuntos conspiradores o lazos de sangre, lo tienes francamente mal. Sin embargo, según se escribe en The Economist, Insider out[2], en el corto plazo, las redes virtuales pueden estar atenuando esas barreras o cortapisas y, en algunos casos, intentando desterrar la discriminación por sexo, raza, riqueza o posición social, entre otros factores biológicos o culturales. Por otro lado, estos sitios propician una forma distinta y mejor de colaborar profesionalmente, intercambiando de manera ágil conocimiento que, a su vez, incita a la fecundación de otros modelos de negocio.
Estos nuevos sistemas no están exentos de riesgos, ya que el hecho de que las redes sociales sean inclusivas, puede ser uno de sus talones de Aquiles, unido a que en un futuro, diría ya en el presente, se pueden convertir en una herramienta o tentáculo más de las redes tradicionales, ampliando su influencia en el ámbito global y, por supuesto, en la nebulosa Internet. Por tanto, cabría concluir que, ni redes tradicionales ni virtuales, Redes, sencillamente, y de desarrollo de la meritocracia, nada de nada, tal vez todo lo contrario, su enterramiento. Imagen incorporada con posterioridad; fuente: geralt en pixabay.
_________________________[1] Young, Michael: El Triunfo de la meritocracia ensayo sobre la educación y la igualdad. Editorial Tecnos, 1964.
[2] Business-networking. Insider out. Fusty old cliques v high-tech communities: it is a closer contest than you think, The Economist. 2009. Sitio visitado el 05/01/2021.