Fuente de la imagen: Skeeze en pixabay |
(mvc, Málaga, España) No sé si sería por orgullo o "vete tú a saber". El caso es que prefirió no aceptar una condición organizativa, cuantitativamente despreciable pero cualitativamente, para él, muy importante, y perder la posibilidad de obtener ambos unas migajas de un suculento pastel empresarial. El primero conocía el margen de maniobra del segundo y, aún así, tensó la cuerda, hasta que se rompió.
Estuve triste toda la tarde. Creo que los dos perdieron. No hay una segunda oportunidad. En el juego del ultimátum, un jugador propone a otro la división de determinada suma de dinero. Si el segundo rechaza la oferta, nadie obtiene nada. En cambio, si la acepta, el primer jugador obtiene lo que propuso y, el segundo, el resto.
De acuerdo con los principios económicos tradicionales, pensaríamos que más vale dinero en mano, aunque sea escaso, que nada de nada. Sin embargo, se demostró que el segundo jugador frecuentemente rechazó ofertas de poco dinero. Se piensa que con esa acción se pretendía sancionar al primer jugador por haberle planteado una propuesta injusta. Fuente de la imagen: Skeeze en pixabay.