La víctima, dándose cuenta de la trampa, al haber escrito el juez en las dos papeletas "Culpable", y obligado a elegir uno de los papeles, respiró profundamente y se llevó uno de los papeles a la boca y rápidamente se lo tragó. Los presentes le reprocharon el acto e indignados le preguntaron cómo se iba a saber el veredicto. "Sencillo”, respondió el virtuoso. “Si se lee el papel que queda, se sabrá lo que decía el que me he tragado”. Quedó absuelto. Moraleja: en momentos de crisis, cuando todo parezca irreversible, usemos la imaginación, seamos creativos (Fuente de la imagen: pixabay).