Regulación de los productos cosméticos

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El Real Decreto 85/2018[1] tiene como objetivo la regulación de las normas complementarias para la aplicación del Reglamento (CE) n.º 1223/2009, del Parlamento Europeo y del Consejo, sobre los productos cosméticos. Se presenta como un documento crucial para la protección de la salud pública, garantizando que los productos cosméticos en el mercado español sean seguros y de calidad. El consumo de productos cosméticos ha alcanzado un nivel significativo, lo que ha generado la necesidad de establecer un marco regulatorio sólido. Este Real Decreto busca garantizar la seguridad de los productos cosméticos y facilitar su comercialización y el flujo de información entre autoridades y empresas. Al hacerlo, se fomenta un entorno en el que los consumidores puedan confiar plenamente en la seguridad de los productos que utilizan. El Real Decreto se organiza en varias secciones que establecen distintos aspectos sobre los productos cosméticos. A continuación, se detallan algunas de las partes más relevantes: 1. Disposiciones Generales: Este apartado establece las bases para la regulación de productos cosméticos, describiendo las responsabilidades de las autoridades competentes y los procedimientos para la comunicación de riesgos. Se reconoce la importancia de una regulación clara que favorezca la protección de los consumidores y la coordinación entre diferentes instituciones. 2. Requisitos para los Fabricantes e Importadores: Las entidades que fabrican o importan productos cosméticos deben cumplir una serie de requisitos para garantizar la calidad[2]. 3. Etiquetado de Productos: La normativa establece que el etiquetado debe ser claro y comprensible, asegurando que los consumidores puedan acceder a la información necesaria sobre los productos que adquieren[3].

4. Sistema de Vigilancia y Comunicación de Riesgos: Un aspecto decisivo del Real Decreto es la implementación de un sistema de vigilancia que permita detectar y comunicar riesgos asociados con los productos cosméticos, que involucra a las autoridades sanitarias y a los fabricantes y distribuidores, quienes deben actuar de manera diligente ante cualquier señal de peligro. También, aborda la protección de datos e información personal. En relación con la gestión de la información intercambiada entre diferentes entidades, se resalta la importancia de disociar o codificar los datos para salvaguardar la privacidad de los individuos. No obstante, se contempla que, en situaciones de protección de la salud, se puede hacer una excepción y permitir la identificación de personas involucradas en incidentes relacionados con productos. El decreto incluye disposiciones transitorias que facilitan la transición del antiguo régimen de autorizaciones al actual régimen de declaración responsable, implicando que los fabricantes que ya poseían autorizaciones previas mantendrán su validez, pero pueden optar por adaptarse al nuevo sistema para simplificar la carga administrativa. La implementación de este Real Decreto tiene múltiples implicaciones para las empresas y los consumidores. Para las empresas, el cumplimiento de estos requisitos puede suponer un reto en términos de adaptación y costes, pero a la larga, es una inversión en la confianza de los consumidores y en la reputación de sus marcas. Los consumidores se benefician de una mayor seguridad en los productos que utilizan. Al tener acceso a información clara sobre los productos y las garantías de seguridad, pueden tomar decisiones más informadas, promoviendo un consumo responsable.
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[1] Real Decreto 85/2018, de 23 de febrero, por el que se regulan los productos cosméticos. Publicado en: «BOE» núm. 51, de 27/02/2018. Entrada en vigor: 28/02/2018.
[2] Lo que incluye contar con un sistema de gestión de calidad, un personal cualificado y mantener registros adecuados de la producción y el control de calidad.
[3] Incorporando ingredientes, advertencias y el modo de uso del producto.