(mvc, Málaga, España) Llega el verano, época donde muchos "currantes y currantas" en activo cogen algunos días de vacaciones o de jornada intensiva. En esta época de incertidumbre, riesgo e histeria económica colectiva que estamos viviendo: ¿Qué hacer? ¿Me voy unos días de viaje, aunque sea a mi pueblo? ¿Me compro un ordenador nuevo, porque desde el que te escribo tiene cerca de siete años? ¿No voy a ningún sitio por precaución? Dice Leaf Van Boven, de la Universidad de Colorado (artículo de Cindy Wagner: How to Buy Apiñes, en la revista The Futurist), que la evocación de actos, como las vacaciones, subsisten más y contribuyen más a la felicidad que los bienes físicos, sugiriendo que, tiempo después, es más asequible refrescar lo vivido.
La mente accederá a dejar de lado el tiempo que surcamos, por ejemplo, haciendo cola o elaborando un fastidioso informe, y propiciará conmemorar impresionantemente los excelentes lapsos felices, por ejemplo, disfrutando de una paella en la playa. “Lo bueno de los recuerdos es que olvidamos todos los problemas”, “Les damos una definición positiva a lo vivido. Las vivencias tienen un valor social, y sabemos que las relaciones sociales son un gran dispositivo de felicidad y complacencia”. Así que, si puedes, desconecta unos días y viaja, aunque sea a a tomar una ensalada en un chiringuito playa.
La mente accederá a dejar de lado el tiempo que surcamos, por ejemplo, haciendo cola o elaborando un fastidioso informe, y propiciará conmemorar impresionantemente los excelentes lapsos felices, por ejemplo, disfrutando de una paella en la playa. “Lo bueno de los recuerdos es que olvidamos todos los problemas”, “Les damos una definición positiva a lo vivido. Las vivencias tienen un valor social, y sabemos que las relaciones sociales son un gran dispositivo de felicidad y complacencia”. Así que, si puedes, desconecta unos días y viaja, aunque sea a a tomar una ensalada en un chiringuito playa.