lunes, 9 de junio de 2025

Nuevo Horizonte en la Gestión de Activos

Fuente de la imagen: Los Bonos Verdes y el Impulso a la Sostenibilidad (M. Velasco, 2024)
M. Velasco, 2025. AENOR ha publicado la norma UNE-ISO 55000:2025, un acontecimiento que sin duda marca un hito importante en el campo de la gestión de activos. Esta nueva edición, bajo el título "Gestión de Activos. Visión general, principios y terminología", viene a refrescar y consolidar las bases conceptuales para una administración más inteligente y provechosa de aquello que las organizaciones poseen. Lejos de ser una mera burocracia, la serie de normas ISO 55000 nos brinda un marco de trabajo esencial para exprimir el máximo valor de nuestros activos a lo largo de toda su vida útil. Y cuando hablamos de activos, la mirada se amplía mucho más allá de las máquinas o los edificios; abarca desde la propiedad intelectual y la reputación hasta los bienes financieros. El propósito último es conseguir que la gestión de estos activos no sea un fin en sí mismo, sino una palanca estratégica que impulse los objetivos generales de la entidad, optimizando su funcionamiento, minimizando los riesgos y manteniendo a raya los gastos. La trascendencia de esta norma se percibe en varios frentes. Por un lado, nos ayuda a desentrañar el verdadero potencial de cada activo, traduciéndolo en una mejora palpable de su rendimiento y, por ende, de su contribución a la misión de la empresa. Además, nos equipa para anticipar y manejar los peligros inherentes a los activos, como pueden ser averías inesperadas, la inevitable obsolescencia o los impactos ambientales. Al promover un uso más juicioso de los recursos, esta normativa contribuye directamente a una mayor sostenibilidad en la operativa diaria y a una administración más astuta del capital. Es un catalizador para la mejora continua, fomentando una toma de decisiones informada y estructurada en todo lo referente a los activos, al tiempo que facilita el cumplimiento de las normativas legales y los compromisos contractuales.

En su esencia, la norma subraya una serie de principios inalterables. En primer lugar, la gestión de activos debe estar completamente imbricada con la estrategia global de la organización; cada decisión sobre un activo ha de ser un peldaño hacia la consecución de los grandes objetivos. El valor es el motor, pudiendo manifestarse de múltiples formas[1], siempre en beneficio de la organización y de quienes interactúan con ella. El liderazgo, por supuesto, es crucial; la alta dirección debe abanderar y garantizar la efectiva implementación de la política de gestión de activos. La garantía o aseguramiento, basada en una evaluación rigurosa de los riesgos, es lo que nos permite confiar en que los activos cumplirán su función y nos brindarán los resultados esperados de manera consistente. Y finalmente, la integración, pues la gestión de activos no es un compartimento estanco, sino un engranaje que debe funcionar armónicamente con todas las áreas de la organización. Esta revisión llega en un momento propicio, ofreciendo claridad y refinamiento a conceptos ya existentes, asegurando que el marco siga siendo plenamente operativo en un panorama empresarial que no para de cambiar. La era digital y la creciente conciencia sobre la sostenibilidad otorgan a la gestión de activos un relieve aún mayor. Las nuevas tecnologías, desde el Internet de las Cosas hasta la Inteligencia Artificial, abren puertas a una monitorización y un análisis predictivo sin precedentes, optimizando el rendimiento de los activos y elevando la eficacia de los sistemas de gestión. A su vez, el imperativo de la sostenibilidad nos exige que cada decisión sobre un activo considere su huella ecológica y social a lo largo de todo su ciclo vital, desde su adquisición hasta su desecho final, una premisa que promueve activamente. Fuente de la información: Norma Aenor. Fuente de la imagen: mvc archivo propio.
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[1] Económica, social o incluso ecológica.